PREPARACIÓN A LA VENIDA DEL SEÑOR
Celebrar el Adviento supone una actitud de atención, vigilancia y
espera activa, vivir ni dormidos
ni angustiados, ni despreocupados ni con temor.
Lo nuestro es vivir
en esperanza y despertando esperanza en los desesperanzados de este mundo,
especialmente de nuestro entorno.
El Dios que vino, que viene y que vendrá, es el que esperamos, el que anhelamos, en quien confiamos, el que sale a nuestro encuentro, el que nos busca, nos comprende, nos libera, nos acoge, nos cura, nos quiere, nos llena de vida, alegría, luz y paz, y nos envía a ser luz del mundo y comunicar el gozo de su presencia.
El Dios que vino, que viene y que vendrá, es el que esperamos, el que anhelamos, en quien confiamos, el que sale a nuestro encuentro, el que nos busca, nos comprende, nos libera, nos acoge, nos cura, nos quiere, nos llena de vida, alegría, luz y paz, y nos envía a ser luz del mundo y comunicar el gozo de su presencia.
Él vino, se hizo carne como uno de nosotros y después de Resucitado se
ha quedado para siempre en medio nuestro…está en la eucaristía y dentro de
nosotros está.
¿Le hacemos caso, le dedicamos tiempo para escucharlo y para hablar
con Él? ¿Le dedicamos intimidad?
a Jesús en su Encarnación y su Nacimiento de María Virgen. Recordamos a San José, hombre maravilloso escogido por Dios para guiar al niño, para acompañar a María, y formar una familia excepcional en que ni las dudas, persecuciones, ni incomprensiones pudieron nublar con su sombra.
¡ESTEMOS PUES PRONTOS, PARA RECIBIR AL SEÑOR QUE LLEGA: HOY, MAÑANA... AL FIN DE MI VIDA TERRENA Y AL FIN DE LOS TIEMPOS.!
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