TODO LO ATRAE HACIA ÉL.
Cristo es elevado-levantado nos dice Juan, atrayendo todo hacia Él.
En esta Semana Santa procuremos vivir esta atracción de Jesucristo en su misterio salvador, atracción que es reconciliación y abrazo, intimidad y sorpresa, dolor y gozo.
Miremos el símbolo de la Cruz sintiendo el modo de su "atraer hacia sí", a la humanidad, al mundo, al cosmos.
Entre Dios y el mundo el punto de unión es la Cruz. Cruz que eleva la
tierra, que abaja el cielo, que abre horizontes, haciéndose encrucijada para
reunir a los dispersos.
Elevado sobre el mundo, Cristo es el Primogénito, la
primicia de la gran migración que vuela hacia la Vida, que nos muestra el camino amplio de la evolución del ser humano en sus relaciones de amor, de entrega en la interioridad del Corazón que tanto ha amado.
Aquel que bajó, sube por
el único camino posible, el de la desmesura de su amor: los amó hasta el extremo,…, extremosamente.
El crucifijo es el icono CRISTIANO. Trae a la tierra el poder de Dios: el de servir y no el de hacerse
servir; el de salvar y no el de juzgar; el de dar la vida, no el de quitarla.
El crucifijo lleva inscrita la imagen más verdadera del ser humano. La de aquel
que no acumula dinero ni poder, no blande armas ni destroza vidas… La Cruz proclama con
letras de sangre, las únicas que no engañan, una palabra que sobrepasa la exclamación
del Cantar de los Cantares: ¡El Amor es
fuerte como la Muerte.
Inspirado en parte en pmaxalexander
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