ESPÍRITU CONSOLADOR
La Promesa del Padre
"Les conviene que yo me vaya; porque si no me voy, el Consolador no vendrá a ustedes; pero si me voy, se los enviaré" (Jn 16,7)"Jesús sopló sobre los discípulos y les dijo reciban el Espíritu Santo". (Jn 20,20)
El Espíritu habita en nosotros todos, y aunque no nos demos cuenta, es el dulce huésped del alma. ¿Cómo obra en cada persona?: con susurros y gemidos que quiere que escuchemos. Enjuga las lágrimas y reconforta en la tristeza, entra hasta el fondo del alma, más allá de lo que nosotros mismos podemos, enriquece desde dentro con sus gracias y gozo de restauración.
Como en la creación, el mira el caos de cada ser humano, y pone orden con amor y ternura que purifica, o con temblores que descolocan y viento que sacude.
El Consolador sana los corazones enfermos, lava las manchas con agua que salta hasta lo eterno, infunde calor de madre cuando el frío mantiene paralizado el cuerpo y el alma. Es guía para el que tuerce el sendero.
Jesús nos dice: "Juan bautizo con agua pero ustedes serán bautizados en el Espíritu Santo" (Hechos 1,5). Seguramente hemos sido bautizados, y ahora nos toca hacer camino con el Espíritu, de por vida. No lo entristezcamos; Él es el Artista, empeñado en dar los toques divinos a la obra de Dios, la creación entera.
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