jueves, 13 de abril de 2017

JESÚS ES CRUCIFICADO

  
GUIA: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
TODOS: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.

Del Evangelio según San Juan JUAN 19, 17- 22
 Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado «del Cráneo», en hebreo «Gólgota». Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la hizo poner sobre la cruz. Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: "El rey de los judíos". Sino: "Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos"». Pilato respondió: «Lo escrito, escrito está».
MEDITACIÓN: Cruz bendita, signo de Redención.
Desde la muerte de Jesús, la Cruz se convierte para los cristianos en signo de salvación porque en ella pendió Jesús y allí agonizó hasta morir. Para los seguidores de Jesús celebrar la pasión, crucifixión y muerte del Señor es agradecimiento emocionado, adoración gozosa al amor «increíble» de Dios; es un llamada a vivir como Jesús, solidarizándonos con los crucificados…por el hambre, la soledad, la angustia, la miseria, el desprecio… Y si tenemos que padecer, completaremos lo que falta a la Pasión de Señor en su Iglesia…en la humanidad.
La Iglesia canta a la Cruz del Crucificado como Árbol fecundo, lleno de hermosos y sabrosos frutos, frutos de vida que trajo su Resurrección y que alimentan a millones de personas a través de la historia, en la esperanza y la fe…
OREMOS
En esta tarde, Cristo del Calvario, vine a rogarte por mi carne enferma;
pero, al verte, mis ojos van y vienen de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.
¿Cómo quejarme de mis pies cansados, cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías, cuando las tuyas están llenas de heridas?
¿Cómo explicarte a ti mi soledad, cuando en la cruz alzada y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el corazón?
Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada, estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es sólo la llave santa de tu santa puerta. Amén.

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