domingo, 16 de diciembre de 2018

“Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”.

                NO NOS ADELANTEMOS         

                        No adelantemos la Navidad. 
Adviento es un mes de asombro, de sorpresa porque llegará el Hijo a visitarnos. Estemos como unos padres que esperan a su hijo; lo han visto en ecografías formándose en el seno materno, pero un tanto a oscuras ya que  no saben como será cuando nazca y lo tengan en brazos. Los meses de preparación, las ansias de que llegue sanito, el gozo de recibirlo, van influenciado al ser que nace.
En el mes de Adviento, los cristianos también nos preparamos para recordar a Jesús que ya vino, cuando se cumplió el gran misterio de la Encarnación en el seno de María, y su nacimiento. 
Y en el Apocalipsis 22,7 encontramos de nuevo la afirmación de la "otra" venida del Señor. “¡He aquí que vengo pronto!”. El Espíritu y la esposa dicen: “¡Ven!” El que oye diga: “¡Ven!” El que tiene sed, venga. El que quiere, tome del agua de vida gratuitamente. 

A lo largo del Nuevo Testamento, la invitación a estar atentos y preparados porque el Señor llega a la hora menos pensada, es una constante (Mateo 24. Marcos 13. Lucas 21).  Es necesario estar atentos y vigilantes: 

 y que todo nuestro ser, el espíritu, el alma y el cuerpo, 
se conserve  sin  mancha 
 hasta  la  Venida  de  nuestro  Señor  Jesucristo”  (1  Ts  5,  23).


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