“YO SOY EL PAN QUE HA BAJADO DEL CIELO” Jn 6,41
En Jn 6,51ss Jesús nos
dice “El pan que yo daré es mi propia
carne; lo daré para vida del mundo” “El que come mi carne y bebe mi sangre, vive
unido a mí y yo vivo unido a él”.
Jesús
se hace hombre para entregarse y se entregó totalmente muriendo en la cruz para
darnos vida. La encarnación y la cruz se
entrecruzan, ambas son inseparables, ya que: “Si el grano de trigo no cae en
tierra y muere queda infecundo, pero si muere da mucho fruto”. Jn 12,24.
El pan presupone que el grano de
trigo (la semilla) ha caído en la tierra, ha muerto y que de su muerte ha
crecido la nueva espiga. El pan terrenal es entonces, símbolo de muerte y
resurrección. El vino también comporta una pasión, ha sido prensado y así la
uva se ha convertido en vino.
¿Cómo podemos alimentarnos de Dios,
vivir de Él de tal manera que Él se convierta en nuestro Pan? - Participando en la Cena Eucarística, donde
nos invita a sentarnos en la mesa de Su Banquete y donde nos reúne en asamblea
con todos y cada uno sin exclusión de personas ya sea por raza, pobreza,
ideas...
Al recibir el Cuerpo de Cristo nos
hacemos con Él un Cuerpo, derribando las barreras que humanamente pudieran
separarnos.
En la Eucaristía somos Iglesia, ya que ella se formó en
primer lugar, del sacramento y de la comunión con el Cuerpo de Cristo; somos
comunidad sacramental en el cuerpo del Señor, a partir de Su Palabra: Tomen y
coman esto es mi Cuerpo; beban todos de esta copa, porque esto es mi Sangre...sangre que es derramada para el perdón de los pecados. Cf Mt 26, 6
ss.
Gracias Señor por el don de tu Cuerpo y Sangre, gracias por
las celebraciones eucarísticas que se realizan en todas partes del mundo.
Cf. J. Ratzinger “La
Iglesia”, Ed San Pablo 1991; Benedicto
XVI “Jesús de Nazareth” (tema el Pan), Ed. Planeta 2007.
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