Extracto del acta de Canonización de María de Santa Eufrasia Pelletier,
virgen por el Papa Pío XII 2 de mayo de 1940
“Imitando la admirable bondad y la clemencia
divina de Cristo Señor hacia las mujeres, muchos hombres y mujeres notables por
su santidad, han florecido en la
Iglesia y, en este dominio en particular. Entre estos héroes,
debemos mencionar, de derecho y por su mérito, a esta mujer fuerte, MARÍA DE
SANTA EUFRASIA.”
Que las
ovejas extraviadas deben ser llevadas al redil por todos los medios, nuestro
compasivo Redentor, el verdadero Pastor que da su vida por sus ovejas y que ha
venido para salvar lo que está perdido, nos ha enseñado a la vez con la palabra
y con el ejemplo.
Imitando la
admirable bondad y la clemencia divina del Cristo Señor hacia las mujeres,
muchos hombres y mujeres notables por su santidad, han florecido en la Iglesia. Entre
estos héroes, debemos mencionar, de derecho y por su mérito, esta mujer fuerte,
María de Santa Eufrasia.
Es cierto que desde el principio, no faltaron las dificultades y
las oposiciones que pesaban mucho sobre la naciente fundación. Sin embargo, con
prudencia responsable, movida por su gran confianza en Dios, por su constancia
y una fuerza de carácter admirable, pudo vencer todos los obstáculos y así dar nacimiento a esta
Congregación que merece bien el nombre de Buen Pastor.
El Buen
Pastor en efecto vela sobre su rebaño para que no vaya a pastos perjudiciales,
protege sobre todo contra las agresiones enemigas y busca a las ovejas errantes
con celo y las lleva al redil.
La fama del
nuevo Instituto nacido en un lugar humilde, se difundía más y más. Con el
crecimiento del número de las casas, la prudente superiora comprendió muy
rápido que sería muy difícil mantener la unidad del espíritu religioso y de
conservar la concordia entre las casas sumisas a los Ordinarios de los lugares.
Ella vislumbró una Congregación universal, con un gobierno común y uniforme en
el cual resida la fuerza de todo un Instituto y la disciplina regular. Para
llegar a esto, comprendió que nada era más oportuno y necesario que cada casa
ya fundada o por fundar en el porvenir, esté unida a la casa de Angers y que haya
una Superiora General de toda la Congregación. El asunto, fue referido al juicio
de la Sede
Apostólica.
Para
el mejor desarrollo de estas obras, la Sierva de Dios velaba desde la casa de Angers con
gran prudencia y atención sostenida, nunca descorazonada por los trabajos y las
adversidades que no faltaron. Cada día, ella daba a las hermanas y a las
novicias un ejemplo admirable de todas las virtudes, no solamente en palabras y
por sus escritos, sino sobre todo por sus obras.
La fe que, según la palabra de San Juan Crisóstomo, es la fuente
y el origen de todas las virtudes, ella la vivió hasta el heroísmo, así como su
esperanza que era profunda y particularmente fuerte, su amor a Dios y al
prójimo que se ve claramente en sus obras y en sus fundaciones. No se desmarco
menos por su prudencia, su justicia, su fuerza, su templanza y en todas las
otras virtudes.
Durante
toda su vida, fue muy fiel hacia el Soberano Pontífice y la Sede Apostólica a
los cuales ha querido unir su instituto de manera muy particular.
Aún en los
últimos años de su vida, María de Santa Eufrasia continuó sus esfuerzos y sus
iniciativas para favorecer los progresos de su Congregación. A pesar de no
gozar de una salud perfecta, no se cuidaba. Pero después de tanto trabajo para
la mayor gloria de Dios y la salvación del prójimo, practicados con gran
solicitud, sus fuerzas acabaron por ceder.
El 24 de
Abril del año 1868, a
la edad de 72 años, después de dar a sus hermanas sus últimos consejos y haber
recibido piadosamente los Sacramentos de la Iglesia , se durmió pacíficamente en el Señor, con
gran pena de parte de sus hermanas y de toda la población de Angers.
Su cuerpo,
como ella misma lo había deseado, fue inhumado en la casa de Angers, en la
capillita dedicada a la Inmaculada Concepción. Una reputación de
santidad, muy clara y muy extendida de la que gozaba ya María de Santa Eufrasia
aun durante su vida, no disminuyó después de su muerte, sino que ha sido
confirmada y aun ha aumentado enormemente a causa de los milagros obtenidos de
Dios por su intercesión. Es la razón por la cual se pensó darle los honores de
los bienaventurados del Cielo y se comenzó a estudiar su causa en la Sagrada Congregación
de los Ritos. En la misma Congregación, se discutió sobre las virtudes de la
venerable Sierva de Dios, de las cuales el Papa reconoció solemnemente haber
logrado el grado de heroicidad, el 24 de Febrero del año 1924.
Después de
las encuestas llevadas sobre las dos curaciones milagrosas que por la
intercesión de la Venerable
María de S. Eufrasia, el Dios todopoderoso había realizado,
nuestro Predecesor, el 8 de Enero del año 1933 proclamó solemnemente: “Son
reconocidos los dos milagros que, por la intercesión de la Venerable María de
Santa Eufrasia, han sido hechos por Dios: la curación perfecta e instantánea de
María Magdalena Hodges de un cáncer al estómago y al intestino extendiéndose al
lado izquierdo del abdomen; y también la curación instantánea y perfecta de la
joven Marie-0live, que una grave enfermedad de la nariz (un lupus) que la
afligía. »
Nuevas
curaciones milagrosas se sucedieron. Se suplicó de nuevo la Santa Sede Apostólica
de continuar la Causa
en vista a la
Canonización de esta Virgen tan popular. El Soberano Pontífice
dio su acuerdo.
Dos
nuevos milagros fueron propuestos a la Sede Apostólica.
El primero se refería a María-Luisa Pouget. El año 1928 empezó a sufrir de
artritis cancerosa en la rodilla derecha. Fue operada. Poco después, los
tumores en la rodilla volvieron y nuevos tumores purulentos aparecieron en el
cuello de la enferma. Todo aquello, con las otras enfermedades, causaron una
peritonitis cancerosa. Como todos los cuidados parecían inútiles, se pidió la
ayuda de la B. María
de Santa Eufrasia. El 30 de diciembre del mismo año, a las 3 de la tarde, María
Luisa de repente, se sintió completamente sana. Los dolores que le causaban un
terrible sufrimiento desaparecieron. Al día siguiente participó en una Hora
Santa completa, manteniéndose arrodillada todo el tiempo.
El
otro milagro no es más maravilloso: ocurrió a Honorine Maschetti Nicienci, muy
enfermiza desde su infancia, sufrió de una peritonitis cancerosa al punto que
todo su cuerpo se corrompía. En 1935, su enfermedad se agrava, el médico que la
asistía y otros testigos dijeron que la muerte estaba cerca. Ese mismo día se
terminaba la novena de oración por su curación, por la intercesión de la B. María de Santa
Eufrasia. A la una y media de la tarde, Honorina pidió salir de su cama y
mientras se vestía se sintió completamente curada. Sobre la que fue una úlcera
purulenta, una piel nueva se formó. Recobró todas sus fuerzas como si nunca
había estado enferma y conservó después una buena salud.
Nosotros,
entonces, pudiendo dar con prudencia nuestro juicio, después de implorar la
abundancia de la luz divina, hemos decretado: “Con toda seguridad,
se puede proceder a la solemne canonización de la virgen, la B. María de S. Eufrasia
Pelletier”.
Hemos
determinado el día de la ceremonia en la Basílica Vaticana
para el 2 de Mayo, precisamente en la fiesta de la Ascensión de Nuestro
Señor Jesucristo.
Dado en
Roma, en la Sede
de San Pedro, el año de Dios 1940, el 2 de mayo, en la fiesta de la Ascensión de Nuestro
Señor Jesucristo, el segundo año de Nuestro Pontificado.
Yo, PIO
XII, Obispo de la
Iglesia Católica.
(Otras
firmas)
(Traducción al castellano de hermana Charlotte
Gill, r.b.p.)
Centro de Espiritualidad Bolivia/Chile
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