jueves, 26 de junio de 2014

II Momento de Reflexión



En el siglo XVII descubrimos a un hombre llamado Juan Eudes, que nos mostró el gran Corazón de Dios, encarnado en el Hijo que viene a acoger la miseria de los miserables. Hablaba apasionadamente y con ímpetu afirmaba que la obra de las obras es formar a Jesús en nosotros. Al escucharlo, sus palabras despertaban el Celo desbordante que él transmitía, por la salvación del ser humano
Esto le llevó a fundar la Orden de Nuestra Señora de la Caridad, dedicada al servicio de la joven y mujer que clamaba por sanación y dignidad.
La intuición fundante de Juan Eudes, hunde sus raíces en la Palabra de Dios; seguramente meditó largamente unos textos  que a menudo cita:   
o   Jesús vino al Mundo para salvar a los pecadores (Mt. 20, 28; Mc 2, 17; Lc 19,10). Es para él como la idea clave que repite sin cesar y de múltiples maneras. Las hermanas están "asociadas al Señor Jesús en la obra más grande por la cual  vino al mundo, que es para salvar a los pecadores". 

o   La sangre de Cristo, derramada por la multitud, otorga un precio infinito a las almas que Él ha rescatado (Mt. 26,28). “Un alma vale más que cien mil mundos”. “Si le costó tanto a Jesús, ¿sería razonable desear que no nos cueste nada?” (Ver Lect. Nº26). 

o   La alegría de Dios por el regreso del pecador (Lc.15): invitación a maravillarse de estar asociadas a lo que más regocija al Corazón de Dios. De ahí la dimensión pascual muy fuerte de la fundación de NSC.

Esta meditación de la Palabra de Dios, confrontada con su propia experiencia de vida próxima a los pobres, a los niños, está en la raíz de la intuición primera que dio origen a Nuestra Señora de la Caridad: ella traza el eje espiritual orientador alrededor del cual debe construirse la vida de las hermanas. Este eje es dirigido por la misericordia. En su libro “el Corazón Admirable”, terminado en los últimos años de su vida, Juan Eudes llegó a hacer una síntesis de lo que él comprendió de la misericordia:
“Tres cosas requiere la misericordia:
o   tener compasión, llevar en su corazón la miseria de los miserables,
o   tener una gran voluntad de socorrerlos,
o   pasar de la voluntad al hecho".

El Verbo de Dios se encarnó para ejercer así sobre nosotros/as su gran misericordia.
Él ha llevado en su Corazón todas nuestras miserias, ha asumido verdaderamente toda nuestra realidad humana, hasta la muerte. 
Juan Eudes,  comprendió poco a poco que, para entrar en el mismo movimiento del Hijo de Dios, tenemos que pasar, en cierto modo, por diferentes etapas.
El amor de misericordia y de compasión es esencial, está en el corazón de todo el proceso. Pero necesita en cierto modo ser “tejido" con un gran deseo de formar y de hacer vivir y reinar a Jesús primero en nuestros corazones; y es de este aspecto que Juan Eudes habla primero, en su vida misionera: formar a Jesús en nosotros, es "la obra de las obras, es nuestra ocupación principal " (Lect. 16).

A medida que Jesús toma posesión de nosotros, vive y reina en nosotros, toma en nosotros los rasgos de Jesús misericordia, Jesús Salvador de nuestra miseria.
Pero, una vez que hayamos hecho esta experiencia de ser tocados por la misericordia, no podremos limitarla a nosotros: ¡hay que testimoniarla!¡Hay que hacer vivir y reinar a Jesús en todos los corazones! Hay que ayudar a  los demás, especialmente a los más "miserables", a descubrir y experimentar esta misma misericordia.
Es entonces que un gran deseo toma cuerpo en nosotros, y este deseo profundo y devorador es para Juan Eudes el celo por la salvación de las almas, el celo que primero fue el de Jesús "para que tengan vida, y la tengan en abundancia" (Jn 10).

Una iniciativa concreta

En cuanto Juan Eudes tomó conciencia del desamparo de las mujeres a las que había encontrado y que necesitaban apoyo para cambiar de vida, se dejó tocar por este desamparo. Luego, para estar en coherencia con la Palabra de Dios, decidió caminar con estas mujeres, comprometerse a su lado.
El amor de misericordia, acogido en su propia vida, se traduce entonces en iniciativas concretas. Todo lo que él pone en marcha es inspirado por la mirada de misericordia, que se plasma en un compromiso efectivo y sostenible, con los demás, al servicio de estas mujeres, con la conciencia de poner en obra un amor infinitamente más grande que su propio amor.
Lo que Juan Eudes organiza es:
o   Un Refugio para las mujeres: las mujeres son las primeras: aquéllas que las acogen, (al principio, la intención no era forzosamente la de hacer una nueva congregación religiosa) deben dedicar todas sus energías a su servicio, tanto personal como comunitariamente, para que Jesús pueda vivir y reinar en ellas.

o   Un Instituto apostólico, donde la vida monástica tradicional es modificada para responder a las exigencias de la misión con un cuarto voto para sostener la especificidad del apostolado


Originalidad del camino espiritual trazado por Juan Eudes
 Gracias a la combinación de tres elementos: Formación de Jesús en nosotros / hacerlo vivir y reinar, Celo por la salvación de las almas, misericordia, podemos discernir algunos temas que caracterizan la originalidad del camino espiritual que Juan Eudes abrió para las hermanas de Nuestra Señora de la Caridad:

1.       Un espíritu alimentado de la espiritualidad de la Encarnación y del  Corazón:
Las hermanas deben continuar la vida de Jesús, y pues imitar la caridad del Corazón de Jesús y María, que debe ser su regla de vida; vivir su compasión con respecto a las mujeres acogidas: "Ellas son vuestras hermanas"; hay que tenderles la mano, resucitar a Jesús en ellas, regocijarse de su recuperación.

2.       El celo para la salvación de las almas, es una nota característica de toda la actividad misionera de Juan Eudes, de la manera con la que él busca "hacer vivir y reinar a Jesús". El celo es la expresión de la caridad apasionadamente contemplada en el Corazón de Jesús y María y en el misterio de nuestra Redención.
Cuando ambos aspectos se combinan, la dimensión humana y la dimensión mística, nos encontramos en presencia de un "hombre de fuego", el mismo fuego que Jesús vino a encender sobre la tierra (Lc 12,49). ¡Para que todos puedan tener la vida en abundancia, hace falta un compromiso total por parte de aquellos que siguen a Jesús, quien dio por nuestro amor cada instante de su vida!

Del mismo modo, el celo debe comprender todos los aspectos de la vida de las hermanas: "Trabajen por el fervor de vuestras oraciones, por el ejemplo de una vida santa, por la eficacia de vuestras instrucciones, y de todas las formas que la obediencia os empleará, para la salvación de las almas perdidas… Emplead vuestro cuidado y vuestra industria, vuestro espíritu y vuestro corazón". (Constitución Fundacional.)

3.      La misericordia
Juan Eudes tomó muy en serio lo que Nuestra Señora le había dado a entender. Él mismo abrió su corazón a la misericordia, al amor de compasión de Dios por él mismo y por todos sus hermanos y hermanas, y se comprometió a hacerse un "instrumento de misericordia".

Así, las hermanas de Nuestra Señora de la Caridad son llamadas a vivir la misericordia en todas sus actitudes y actividades. A aquellas que les son enviadas, deben testimoniar:

*      Una gran compasión para estas mujeres abandonadas y sin socorro,
*      Un respeto profundo hacia ellas, porque son las hermanas de aquellas que les tienden la        mano, y la imagen de Dios empañada debe de nuevo resplandecer en ellas;
*      Una fe tenaz al Cristo Resucitado: su resurrección las habita y las hará revivir.   
*      Para vivir este compromiso, las hermanas necesitan entrar en una contemplación incesante del Misterio de la Salvación, sobre todo la contemplación del amor misericordioso de Jesús, muerto en la Cruz para salvarnos: toda persona está comprendida en el amor de misericordia de Cristo, pero especialmente las que están en la más grande miseria: es preciso  acoger en nosotros este amor de misericordia para que se transmita.

En el seguimiento de Jesús, el apostolado de las hermanas las introduce pues en el corazón del misterio pascual y  les hace descubrir la cruz y su valor: "No se asombren de encontrar penas y cruces al hacer la obra de Dios. Es lo mejor que hay para su trabajo...nuestra felicidad en esta vida consiste en ser crucificadas con Jesús… Abracen con afecto todas las penas y las dificultades que encuentren en el ejercicio de su vocación… Miren  el crucifijo y vean  lo que él  sufrió para salvar las almas” (carta para la Fiesta de la  Asunción, Lect. N°26).

Les hace también descubrir la fuerza de resurrección que obra en los corazones, hasta  en los más heridos: "Mis Hijas muy queridas, ustedes tienen de alguna manera la misma vocación que la Madre de Dios. Pues así como Dios la escogió para formar a su Hijo en ella, y por ella en el corazón de los fieles, así también Él las ha llamado en la santa comunidad donde ustedes están, para hacer vivir a su Hijo en ustedes, y para resucitarlo a través de ustedes en las almas en las cuales ha muerto". (Lect. N°26)
Dicho de otra manera, se trata de formar un solo corazón con el de  Cristo y de su Madre para amar de un mismo amor y mirar a las personas que están en la miseria moral con la misma mirada de Cristo: un amor que ama y que salva, un amor de misericordia.  

Es por algo que él da a la nueva Congregación que funda el nombre de "Nuestra Señora de la Caridad". Él mismo explica al respecto en los "Deseos particulares": ustedes son, les dice a las hermanas de NSC, las "hijas del muy santo Corazón de la  bienaventurada Virgen María", porque su vocación de misericordia hunde sus raíces en el amor que está en Dios,
simbolizado en el Corazón de Jesús y María”.
 Así como él mismo lo vivió, invita pues a las hermanas a una
 gran intimidad con María, en lo cotidiano, y a vivir su misión con ella, que es "Madre de misericordia".

Extractado de la conferencia de
Marie Francoise Le Brizaut, NSC
Casa Madre 2010

CÍRCULO DE CONVERSACIÓN COMUNITARIA

1.        Al leer y reflexionar el texto ¿qué sentí?
2.      ¿Qué aspectos me llamaron más la atención?
3.      Como hermanas del Buen Pastor ¿nos sentimos identificadas con la raíz y fundamento de la intuición fundante de san Juan Eudes?
4.      ¿Cuál es el llamado que sentimos del Espíritu, al reflexionar sobre nuestra raíz común con las hermanas de Nuestra Señora de la Caridad?

SUGERENCIA
Es bueno que cada persona tenga con anterioridad el texto  para que pueda leerlo, reflexionarlo personalmente y así enriquecer y hacer más participativo este círculo de conversación comunitaria.

Se puede iniciar con un canto congregacional y terminar con la oración, “Misericordia” (tomada del libro, “Orar con san Juan Eudes”, pág.9)

No hay comentarios:

Publicar un comentario