El ser
humano ha sido creado “a imagen y semejanza” de Cristo.
Cristo,
es “imagen de Dios invisible” (Col 1,15;
cf 2 Co 4, 4), es el primogénito de la Creación, el primero entre todos sus hermanos.
Por Él y
en Él fueron hechas todas las cosas.
La
imagen divina fue alterada en el ser humano, por el primer pecado, y ha sido
restaurada en su belleza original y ennoblecida con la gracia de Dios en Cristo,
redentor y salvador (Cf GS 22). Herido en su
naturaleza por el pecado original, la persona está sujeta al error e inclinada
al mal en el ejercicio de su libertad; sin embargo participa de la luz y la fuerza del
Espíritu divino para ir en busca del
amor, de la verdad y del bien. (cf GS 15, 2) y en su
conciencia
resuena una voz interna que la impulsa “a hacer el bien y a evitar el
mal” (GS 16).
Por su pasión,
Cristo nos libró del Mal y del pecado y nos mereció la vida nueva en el
Espíritu Santo. Su gracia restaura en nosotros lo que el pecado había
deteriorado.
" ¡Restáuranos, Señor de los
ejércitos,
que brille tu
rostro y seremos salvados! " Salmo 80, 4
y 8
Tomo conciencia de la restauración que Dios ha hecho y hace en mí.
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