viernes, 3 de octubre de 2014

ABORTO Aborto

La espiritualidad, 
cura de heridas del alma.

«Un sacerdote confesaba a una mujer que en el pasado había abortado. Después de oír la confesión, le preguntó: “¿Qué nombre le diste a tu hijo?” La mujer, sorprendida, quedó callada largo rato pues no había dado nombre a su hijo.
“Entonces” –dijo el cura–, “vamos darle un nombre y si está usted de acuerdo vamos a bautizarlo”. La mujer asintió con la cabeza y así lo hicieron simbólicamente. Después el cura hizo algunas consideraciones sobre el misterio de la vida: “existe la vida” –dijo–, “que viene a la luz del día, para ser vivida en la Tierra, durante 10, 50, 100 años. Otras vidas nunca van a ver la luz del sol. En el calendario litúrgico católico existe, el día 28 de diciembre, la fiesta de los santos inocentes, los recién nacidos que murieron gratuitamente cuando nació el Niño divino en Belén. Que ese día sea también el día de la fiesta de tu hijo”.
Y siguió diciendo: “en la tradición cristiana el nacimiento de un hijo es siempre un regalo de Dios, una bendición. En el pasado era costumbre ir al templo para ofrecer el niño a Dios. Nunca es demasiado tarde para que ofrezcas tu hijo a Dios”.
Terminó diciendo: “como ser humano no puedo juzgarte, si pecaste contra la vida, el propio Dios de la vida puede reconciliarte con ella.
 Vete en paz y vive”»
Introducción  de Léon Bonaventure, al libro de Eva Pattis,” “Aborto, pérdida y renovación: paradoja en la búsqueda de la identidad femenina”, año2001. Tomado de Leonardo Boiff en Koinonía.


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