Al final de su vida terrestre el Corazón divino del Crucificado fue abierto por la lanza del soldado, permitiendo que el ser humano pudiera acercarse al misterio del amor de Dios, y en el Traspasado aprendiera a leer el corazón del Hijo y a beber de su Amor, Misericordia y de su Evangelio de Vida. Su Corazón nos llama permanentemente e invita a buscar y encontrar allí nuestra salvación y nuestra felicidad.
El Corazón no sólo es un órgano que condiciona la vitalidad biológica del hombre. El Corazón es un símbolo que habla de todo el hombre interior, habla de la intimidad espiritual de la persona. Jesús, con su Corazón nos habla directamente a los corazones humanos y su Corazón es voz que nos despierta, que nos atrae y nos involucra en su misterio de reconciliación.
Acerquémonos y penetremos este costado sagrado y ¿por qué no entregarle nuestro propio corazón para gustar las inagotables muestras de su
perdón y recibir los hervores de su Pasión por la humanidad?
En esta imagen de Rubnik,
MARÍA abraza a Jesús y coloca el cuenco de su mano como copa para recibir la sangre y agua que brotan del costado abierto.
Sangre que es vida, que junto con su Cuerpo se nos entrega en la Eucaristía.
Agua que simboliza al Espíritu que Jesús nos entrega antes de partir para no dejarnos huérfanos.
Corazón de Cristo, hoguera ardiente, amor insondable, déjame entrar en la intimidad de tu costado abierto, donde me impregnaré de tu apasionado amor a todas tus criaturas.
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