Hoy
comenzamos el Adviento, tiempo de gracia que nos invita a renovarnos y prepararnos para el encuentro con Jesús, Dios hecho hombre que vino para hacer suyo nuestros caminos, permitiendo
llamar a Dios Padre. Estemos dispuestos a acoger
la gracia, profundizar en la oración y en el llamado para ir al encuentro DEL QUE VIENE. A este
Adviento se une la celebración del año de la misericordia que el papa Francisco ha declarado como un año de
Jubileo en conmemoración de los cincuenta años de la clausura del segundo
Concilio Vaticano en el año 1965.
La
misericordia es el camino de Dios hacia el hombre y del hombre hacia Dios en
sus hermanos; Dios es misericordia, sale de sí mismo para liberarnos del mal, del pecado, de la opresión, y nos invita a ser generosos como Él y a salir de nosotros mismos:
«Sean compasivos como su Padre es compasivo; no juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados; den y se les dará […] Con la medida
con que midan, se los medirá» (Lc 6,36-38).
«Felices los misericordiosos, porque obtendrán
misericordia» (Mt 5,7).
Este es el camino que estamos llamados a vivir y transitar durante este
tiempo de ADVIENTO: otorgar misericordia a los que sufren, a quienes están sin hogar, a los que tienen
hambre, a quienes sufren por guerra y violencia, a los migrantes.
En este Adviento seamos
misioneros, portadores de esperanza y misericordia a ejemplo de María, permitiendo que el Señor nazca y crezca en nosotros.
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