martes, 8 de diciembre de 2015

Las Misericordias del Señor, cada día cantaré


Hoy 8 de diciembre celebramos la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, quien fue concebida por sus padres Joaquín y Ana, libre de todo pecado por una gracia amorosa de la Misericordia de Dios. Por eso se la llama Inmaculada y Purísima. María preparada de modo singular por la Trinidad, es la Puerta Santa por donde entró a nuestro mundo, el Hijo de Dios. 

La Puerta Santa de la Basílica de San Pedro en Roma, la abrió  hoy el Papa Francisco para inaugurar  el Año Santo de la Misericordia, que durará hasta el 20 de noviembre de 2016. El Jubileo de la Misericordia podrá convertirse para nosotros en una experiencia viva de la cercanía del Padre, que nos abraza y nos toca con la ternura de su corazón y de sus manos y  nos libera del mal que nos oprime y encarcela. Aprendamos a ser compasivos y misericordiosos como el PADRE,  no sea que se nos haga demasiado tarde.
El Papa Francisco nos dice: "Mi pensamiento se dirige también a los presos, que experimentan la limitación de su libertad. El Jubileo siempre ha sido la ocasión de una gran amnistía, destinada a hacer partícipes a muchas personas que, incluso mereciendo una pena, sin embargo han tomado conciencia de la injusticia cometida y desean sinceramente integrarse de nuevo en la sociedad dando su contribución honesta. Que a todos ellos llegue realmente la misericordia del Padre que quiere estar cerca de quien más necesita de su perdón. En las capillas de las cárceles podrán ganar la indulgencia, y cada vez que atraviesen la puerta de su celda, dirigiendo su pensamiento y la oración al Padre, pueda este gesto ser para ellos el paso de la Puerta Santa, porque la misericordia de Dios, capaz de convertir los corazones, es también capaz de convertir las rejas en experiencia de libertad”.

                                                                                    Oración 
Manda tu Espíritu y conságranos a todos y todas con su unción
para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor
y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres
proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos
y restituir la vista a los ciegos.
Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia,
a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Amén. 

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