VENGAN BENDITOS DE MI PADRE
La Resurrección de Jesús es la victoria de los humillados,
de los postrados, de los débiles; de aquellos que entregan su vida por la
construcción del Reino. La Resurrección de Jesús es la respuesta definitiva a
todo dolor, a todo pecado, a todo mal, a toda condena a todo sueño para establecer el reinado de Cristo. Es la reivindicación que
hace Dios del mensaje y la entrega de Jesús: su confirmación definitiva.
Sembrar
resurrección es transmitir el amor y la alegría, la libertad y la vida a quien
carece de ellas. Sembrar Resurrección consiste en saber que existe la
Esperanza, porque la construcción definitiva del Reino no puede sustentarse
sólo con la vida de los hombres: el Espíritu nos potencia para llegar donde no
llegamos. Sembrar Resurrección es saber que Dios nos demuestra que con Él
podemos serlo todo.
La
Resurrección no nos impide que en algún momento nos podamos sentir abatidos y
cansados, lo cual es humano. Al contrario, nos invita precisamente a saber que
a la larga, tenemos que sabernos vencedores, y no regodearnos en los problemas
y dolores de nuestro ombligo, sino regalar a manos llenas la esperanza de nuestra
fe, que precisamente consiste en que Dios ha vencido, ha vencido por los
humillados, por los que sufren y ya ni la muerte tiene nada que hacer contra
nosotros.

Que María, la Madre de la Espera, interceda por nosotros
para que acojamos la fuerza del Resucitado en lo más hondo de nuestro ser
María:
Gracias
por haber sido la mujer más entera que ha existido, y gracias sobre todo por
haber sido la única mujer de toda la historia que volvió entera a los brazos de
Dios.
Gracias por seguir siendo
madre y mujer
Felicidades con el gozo de la Resurrección.
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