8 de
marzo: ¿conmemorar o celebrar?
Un 8 de marzo de 1857, un grupo de obreras textiles tomó
la decisión de salir a las calles de Nueva York a protestar por las míseras
condiciones en las que trabajaban. A partir de esa fecha distintos movimientos
se sucedieron en el mundo. 60 años después, en marzo de 1908, Nueva York volvió
a ser escenario de una nueva huelga polémica: un grupo de mujeres reclamaba
igualdad salarial, disminución de la jornada laboral a 10 horas y tiempo para
poder amamantar a sus hijos. Durante esa huelga, murieron más de cien mujeres
quemadas en una fábrica de algodón. En 1910, se instauró el Día Internacional
de la Mujer que, luego de un largo proceso es conmemorado en –casi- todo el
mundo.
Cada nuevo 8 de marzo
es un día que se presta para análisis respecto de los avances y las deudas en
el largo camino para alcanzar el pleno respeto a la dignidad y la igualdad de
derechos que demandamos las mujeres.
Si lo vemos desde las demandas
de las mujeres de principio de siglo hemos avanzado mucho en el camino de la
igualdad de derechos: podemos estudiar, trabajar, votar y ser elegidas, pero
también vemos que seguimos viviendo situaciones de desigualdad: las mujeres
recibimos menor salario a igual trabajo que un varón; las que estamos en edad
fértil somos “castigadas” en las Isapres o discriminadas a la hora de ser
contratadas porque si tenemos hijos pequeños probablemente faltaremos más al
trabajo; somos acosadas en la calle independientemente de la edad que tengamos;
muchas de nosotras tenemos doble jornada de trabajo… en estos dos meses y días
han muerto a manos de sus parejas 20 mujeres en Bolivia y 6 en Chile…
Por eso me cuesta decir que
“celebramos el Día Internacional de la Mujer”… Sin embargo, veo entre nosotras
tanta alegría, tanta fuerza, tanta resiliencia… tanta pasión…
Cómo no celebrar a esas pioneras
huelguistas! Cómo no celebrar cada paso que mujeres visionarias ganaron para
nosotras: el derecho a estudiar y a votar, por ejemplo! Celebrar a aquellas que
fueron abriendo espacios en distintas labores “de hombres”: Eloísa Díaz y
Ernestina Perez en la medicina, Matilde Throup en la abogacía; y tantas
anónimas mujeres choferas, mecánicas, pilotos de avión, etc.
Como no pensar en esas pioneras
que a mediados del siglo XIX cruzaron el mar siguiendo el sueño misionero de Santa
María Eufrasia buscando brindar una mejor vida a las mujeres más abandonadas!!
Como no admirar y reconocer a
nuestras madres, abuelas y bisabuelas que se la jugaron por una vida mejor para
nosotras… porque cada una de esas pioneras es también nuestra madre o nuestra
abuela.

Recordar y celebrar pero no para
quedarnos tan tranquilas con nuestros avances sino para reponer fuerzas y mirar
a tantas hermanas que sufren y así, el 9 de marzo seguir poniendo nuestros mejores
esfuerzos para construir una vida mejor para nuestras hijas, nietas y
bisnietas… y de pasada para nuestros hijos, nietos y bisnietos, porque si la
vida mejora para unas, será también una BUENA VIDA para todas y todos.
María Inés López.
Colaboradora Centro de Espiritualidad Buen Pastor.
María Inés López.
Colaboradora Centro de Espiritualidad Buen Pastor.
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