
La situación de la mujer era realmente lamentable.
Sin verdadera personalidad jurídica, esclava de su propio esposo, ignorante de
la ley, sin acceso a la cultura y la vida pública, sospechosa constantemente de
impureza ritual, discriminada religiosa y socialmente, sufría una marginación
intolerable.
Es significativa la oración que R. Jehuda
recomendaba a todos los varones recitar diariamente: “Bendito seas Dios porque
no me has creado pagano, mujer ni ignorante”.
La mujer es valorada únicamente como objeto de
placer para el esposo, instrumento de fecundidad para la familia y servicio
para las faenas del hogar.
La actuación de Jesús en aquel contexto social fue
una buena noticia para la mujer.
Rompiendo los prejuicios y costumbres anteriores de
mantener a la mujer al margen de las Escrituras, Jesús las acepta entre sus
discípulos y seguidores, en una actitud nueva e inaudita para un rabino judío.
Oponiéndose a todas las escuelas rabínicas de la
época, defiende a la mujer en el matrimonio, condenando la poligamia y el
repudio decidido exclusivamente por el varón.
Pero sobre todo, Jesús destruye la falsa concepción
de la mujer vigente en aquella sociedad.
En primer lugar, rechaza una visión que reduzca a
la mujer a “mero objeto sexual”, pidiendo para ella un respeto absoluto. “Todo
el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio en su corazón”.
Jesús rechaza también la valoración de la mujer
sólo como instrumento de fecundidad. Cuando una mujer sencilla alaba a su
madre, reduciendo toda la grandeza de la mujer a un vientre fecundo y unos pechos para alimentar a los hijos,
Jesús la corrige diciendo que más importante aún que la maternidad es que la
mujer sepa escuchar la palabra de Dios y orientar su vida conforme a ella.
El relato evangélico de Marta y María nos recuerda otra
escena significativa. Marta recrimina a su hermana porque no se preocupa de los
trabajos del hogar. Jesús responde con estas palabras: “Marta, Marta, te afanas
y preocupas por muchas cosas y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola.
María ha elegido la parte buena que no le será quitada”.
La mujer no debe quedar reducida a la esclavitud de
las faenas caseras. Hay algo mejor a lo que tiene derecho. Escuchar la palabra
de Dios y vivirla.vivi
Antonio Pagola.
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