Jesús sorprende a todos al sentarse
a comer con cualquiera. Su mesa está abierta a todos, Jesús no excluye a nadie.
Puede compartir su mesa gente poco respetable, impuros, mendigos, enfermos,
lisiados, pecadores… El reino de Dios es una mesa abierta y el gozo de Dios es
que los pobres y despreciados, los indeseables y pecadores puedan disfrutar con
Él en la fiesta y banquete que tiene preparados. No es que justifique el
pecado, el libertinaje, la corrupción, el vicio
ni la prostitución. Lo que hace es romper el círculo diabólico de la
discriminación abriendo un espacio a la amistad con Dios. La mesa común crea
entre los comensales una comunidad de existencia y estas comidas son un
auténtico “milagro” que los va curando por dentro. La acogida de Jesús les
devuelve la dignidad perdida; pueden abrirse al perdón de Dios y cambiar. Él
llega a sus vidas como una fuerza compasiva que los cura y perdona.
Descubro mis espacios de exclusión; afectos, lenguaje, pensamientos.
Identifico: ¿A quienes excluyo?
Hago un proyecto de inclusión en que quepan todos aquellos y aquellas que excluyo de mi vida.
Descubro mis espacios de exclusión; afectos, lenguaje, pensamientos.
Identifico: ¿A quienes excluyo?
Hago un proyecto de inclusión en que quepan todos aquellos y aquellas que excluyo de mi vida.
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