LOS OJOS FIJOS EN EL DIOS DE LA VIDA
La
disponibilidad de nuestra MARÍA EUFRASIA PELLETIER, fundada en su confianza en
Dios, no fue una actitud pasiva, en espera de cualquier sugerencia o mandato
exterior. Lejos de eso, la vemos siempre sin vacilación y con alegría
pronunciando el “heme aquí para hacer tu voluntad”, animada por el positivo
interés de asumir y vivir
en
plenitud el “hoy de Dios”, en la historia de hoy. Sólo una gran alegría, sólo el anuncio de un
gozo, de una felicidad, es capaz de suscitar fe.
Una buena nueva, la que nos toca en lo más
íntimo de nuestro anhelo vital, es capaz de suscitar adhesión, entrega,
respuesta, confianza, amor. Es capaz de ponernos en camino, de llenarnos de
energía y entusiasmo y también de fortaleza ante las adversidades del camino.
Para la Santa
Madre, la fe fue su compañera de vida que le permitió distinguir con ojos
siempre nuevos las maravillas que Dios hace por nosotros/as y a través de
nosotros/as. La fe en Dios y en las
personas la consagró en su lucha por el restablecimiento de la mujer (niña,
adulta, anciana) herida en su ser femenino. Su ejemplo de mujer creyente nos
invita a tomar conciencia que “lo que el
mundo necesita hoy de manera especial es el testimonio creíble de los y las
que, iluminados/as en la mente y el corazón por la Palabra del Señor, son
capaces de abrir el corazón, la mente de muchos al deseo de Dios” (cf. Portas
Fidei N°15) y la instauración de su Reinado.
Oremos:
Santa María Eufrasia,
Mujer de grandes horizontes, y
patrona de las mujeres desvalidas,
intercede ante Jesús Buen Pastor,
para una verdadera toma de conciencia
de la dignidad de las personas,
particularmente de cada mujer, en el mundo
y el actuar en consecuencia,
Con fe en sus capacidades y sus espacios,
particularmente en los de la familia y del trabajo.
AMEN.
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