martes, 29 de octubre de 2013

DESACELERACIÓN DEL TIEMPO



MÁS YO, MÁS PLENITUD

¿Has oído hablar del movimiento Slow (lento)?  

La principal intención del movimiento Slow,  es mostrarnos la posibilidad de llevar una vida plena y desacelerada, haciendo que cada individuo pueda controlar y adueñarse de su existencia.
No es que deseemos ser siempre lentos, pero sí que le demos opción a la lentitud, en horas de estrés y otros tiempos. ¿Desinterés, vejez, pereza? Nó, simplemente opción por una mejor vida.
Para nuestro ritmo actual, de aceleración y toma de decisiones rápidas, nos parece una locura la actitud lenta. Atrevámonos a detenernos, para que nuestra vida se mueva no sólo al compás del reloj y que el tiempo nos domine, sino que podemos incorporar algunos criterios del movimiento “slow”, que en general nos hacen presente que somos humanos y no robots.
No siempre la inactividad y el ocio son sinónimo de vacío. La actitud contemplativa nos integra en el medio y puede ser el refugio de ideas brillantes que nos ayuden positivamente en nuestro proceder.  Desarrollemos el hábito de disfrutar del momento y dejemos de mirar por unos instantes nuestros relojes y celulares y seamos capaces de detenernos…

El libro del Génesis 1, 1ss nos narra la Creación. Dios, dice el texto, crea el mundo en seis días y el séptimo día descansó. En este texto se nos entrega la gran y necesaria enseñanza de un ritmo semanal para los humanos, en que descansar después de una semana de trabajo recrea la vida y a la que los antiguos le dieron gran importancia. Sí, saber detenernos nos entrega la decisión de vivir con un ritmo en que trabajo, descanso, y oración se ordenen armoniosamente. Para los judíos el día de descanso era el “sábado”, la resurrección de Cristo hizo que los cristianos descansaran los domingos. De nosotros depende tener un descanso semanal, que no siempre será domingo y momentos de “domingos diarios” que pudiéramos llamar "trazos de mi tiempo". Esta práctica nos humanizará haciendo que miremos, como nos relata al principio el Génesis, el “caos” que reina en nosotros, y dejar que el Espíritu ponga orden. Si queremos humanizarlos, aprendamos a detenernos y gozar de lo que Dios nos entrega en cada minuto.





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