Lucas 4, 14-22:
14 "Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu y su fama se
extendió
por toda la región. 15 Iba enseñando en sus
sinagogas, alabado por todos. 16
Vino a Nazaret, donde se
había criado, entró, según su costumbre, en la sinagoga el día de sábado, y se
levantó para hacer la lectura. 17
Le entregaron el volumen
del profeta Isaías, desenrolló el volumen y halló el pasaje donde estaba
escrito:
18 El Espíritu del
Señor sobre mí,
porque me ha ungido
para anunciar a los pobres la Buena
Nueva,
me ha enviado a proclamar la liberación a
los cautivos
y la vista a los ciegos
para dar la libertad a los oprimidos
19 y proclamar un año
de gracia del Señor."
Esta profecía se cumplió en Jesús.
Nosotros podemos hacer de esta profecía nuestro programa de vida.
El
Señor nos mueve el corazón para que seamos compasivos y demos pasos para ir
hacia el que sufre y mostrarles la salvación de Dios. Desarrollemos nuestra creatividad para buscar y
encontrar al que necesita nuestro amor: al que está sólo, al deprimido y
angustiado, al que no tiene trabajo, al transeúnte y extranjero, al cautivo de
la droga, a los encarcelados…. Es cuestión de hacer, de dar el paso e ir hacia el otro
u otra, pero particularmente es cuestión de ser. Es necesario hacer obras de justicia
y de misericordia, pero fundamentalmente hay que ser justos y misericordiosos en nuestras actitudes, en la entrega afectuosa a los demás. Es posible que
muchas veces, quizá la mayoría, no podamos hacer nada, pero siempre podemos
sentir, estar, compartir misericordiosamente.
“La mayor enfermedad
hoy día no es la lepra ni la tuberculosis, sino más bien el sentirse no
querido, no cuidado y abandonado por todos”. (B. Teresa. de Calcuta)
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