domingo, 11 de enero de 2015

HOY, SOLEMNIDAD DEL BAUTISMO DE SEÑOR.

Hoy, el Padre y el Espíritu Santo nos manifiestan al Hijo.

Dice el Evangelio que Juan se había presentado en el desierto y «predicaba un bautismo de conversión para el perdón de los pecados» (Mc 1,4). La gente iba a escucharlo, confesaban sus pecados y se hacían bautizar por él en el río Jordán. Y entre aquellas gentes se presentó también Jesús para ser bautizado.


Y allí, en el Jordán, se produjo una nueva manifestación de la divinidad de Jesús: el cielo se abrió y el Espíritu Santo, en forma de paloma descendió hacia Él y se oyó la voz del Padre: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco» (Mc 1,11). El Padre Dios  y el Espíritu Santo  lo manifiestan. Es Dios mismo que nos revela quién es Jesús, su Hijo amado.
La Trinidad se ha revelado.

Jesús se sumerge en el agua del Jordán, con todos los pecados de la humanidad, con nuestros pecados; se sumerge en esa agua que purifica, que sana,  símbolo del agua del Bautismo que Él nos daría y que recibiríamos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Con su Bautismo Jesús inicia su vida pública que es camino redentor, porque Él ha venido a salvar al hombre y a la mujer pecadores para darles vida nueva.

Cuando se sumerge en el agua hay un pre anuncio de su pasión, que es hundirse en el agua de la humillación hasta la muerte en Cruz, cúspide del acto sanador del pecado de las personas. Este es su Bautismo de Fuego que desea que arda entre nosotros para que nos transfigure.
Su Bautismo de Cruz lo transformará en el Glorificado, el Resucitado.


También a nosotros el Padre del cielo, en medio de nuestras luchas y dificultades, nos dice: «Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco».

No hay comentarios:

Publicar un comentario