Érase
una higuera plantada en una viña, que durante tres años no produjo frutos.
Los personajes son tres: el dueño de la viña, el Jardinero y el
árbol (cada uno de nosotros). El Dueño ve que no damos frutos, y probablemente
nosotros no nos damos cuenta de que somos estériles. Higos y brevas son
imágenes de sabrosas obras de entrega y servicios de amor.
El JARDINERO no quiere cortarnos y le pide al Dueño todavía un año
de prórroga para remover la tierra y abonarnos.
Un año, año de misericordia, año de espera en que Dios nos
da ejemplo de paciencia para reclamar los frutos.
Nunca es tarde para abrirnos al abono del Espíritu y
hundir nuestras raíces en la rica tierra que el Jardinero nos ha preparado.
Jesús nos envía a dar muchos frutos.
Estamos invitados a poner en una balanza los distintos frutos que
producimos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario